Navío de Línea navegando a todo trapo
Mixta acuarela-digital
Un navío español de dos puentes cabalga sobre la Mar Oceana acuchillando las olas. El buque desconocido enarbola la bandera de guerra adoptada por el rey Carlos III el 28 de mayo de 1785. |
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El Imperio y la Armada
Las necesidades militares del Imperio Hispánico obligaban a la organización y mantenimiento de una fuerza naval que asegurase las comunicaciones marítimas de ultramar con la metrópoli. En esta lucha por el mantenimiento de la supremacía naval, el siglo XVIII alumbraría, como fruto natural de la evolución del galeón y otros barcos menores, el buque de madera más hermoso y majestuoso jamás construido: el navío de línea. Fuertemente artillado, estaba diseñado para conformar el núcleo principal de las escuadras de guerra, que maniobraban para formar líneas artilleras de una enorme potencia de fuego.
El Imperio necesitaba una gran armada, esta mantuvo durante 300 años la supremacía naval que aseguraba la comunicación entre ambas orillas del Atlántico. Barcos como este, con sus aguerridas tripulaciones, fueron los responsables de semejante gesta.
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