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En junio de 1779, mediada la guerra de la revolución americana, los británicos desembarcaron en la península de Majabigaduwce en la desembocadura del río Penobscot (actual estado de Maine) y comenzaron a establecer una posición fortificada desde la que proteger el comercio y la población local leal a la Corona. Como reacción, los rebeldes enviaron desde Boston una fuerza expedicionaria con órdenes de “capturar, matar o destruir” al enemigo, formada por unas 44 naves (19 buques de guerra y 25 de apoyo), más de 1000 infantes de marina y milicianos, y unos 100 artilleros. Durante tres semanas se prolongó un duro asedio naval y terrestre que, pese a su superioridad, desembocó en una estrepitosa derrota del bando rebelde, perdiendo todas sus naves y la mitad de sus tropas. Hoy en día la expedición Penobscot, poco conocida para el gran público, se recuerda como el mayor desastre naval de los Estados Unidos hasta Pearl Harbor, 162 años más tarde en 1941.
El enfrentamiento
El 17 de junio de 1779 el general de brigada Francis McLean desembarcó y ocupó la península de Majabigwaduce (hoy Castine) al mando de unos 700 efectivos y comenzó la construcción del fuerte George en el centro de la pequeña península como plaza fuerte para proteger toda la zona. Ante los rumores de la llegada de la expedición rebelde, se preparó para el asedio y dispuso de manera eficaz sus baterías en tierra y las tres únicas balandras de guerra con las que contaba amarradas en un pequeño puerto, de manera que las posiciones se protegían entre sí.
La expedición rebelde llegó a finales de julio, intentando infructuosamente asediar el inacabado fuerte en una serie de acciones que fracasaron debido principalmente a la desastrosa coordinación de sus fuerzas. Los generales Solomon Lowell y Peleg Wadsworth lideraban las fuerzas terrestres, mientras que el jefe de toda la expedición y de la fuerza naval era el comodoro Dudley Saltonstall, posteriormente despedido de la Marina Continental por “ineptitud y fracaso en la persecución eficaz del cumplimiento de la misión”.
El general escocés McLean consiguió mantener a raya a los rebeldes gracias a una fuerza más profesional, mejor adiestrada y, sobre todo, mejor dirigida en sus acciones por un mando competente y una coordinación eficaz de las fuerzas terrestres y navales, comandadas estas últimas por el capitán Henry Mowat. Mientras tanto en el otro bando, increíblemente las acciones militares se debatían y se tomaban decisiones por votación. Los intentos de asedio se prolongaron durante tres semanas apenas consiguiendo causar bajas o pérdidas en las posiciones británicas. No sucedió así en los efectivos rebeldes quienes sufrieron bajas significativas, sobre todo por parte de los marines coloniales que intentaron asaltos valerosos pero fallidos por un apoyo pobre o inexistente de la artillería y la fuerza naval. Particularmente vergonzosa fue la actuación del coronel jefe de la artillería rebelde Paul Revere, posteriormente juzgado por incompetencia y cobardía.
El 13 de agosto de 1779 llegó una flotilla británica de relevo desde Nueva York, compuesta por diez buques de guerra al mando del comodoro George Collier quien inmediatamente atacó a la
flota rebelde. Durante los dos días siguientes la flota norteamericana huyó desordenadamente corriente arriba del río Penobscot hostigada por Collier. Finalmente se produjo el desastre, algunos barcos fueron capturados o hundidos por los británicos y el resto quemados por sus propias tripulaciones, que desembarcaron y se dispersaron por la ribera del río en caótica retirada viéndose obligados a huir a pie e intentar llegar a Boston prácticamente sin municiones ni comida.
Todo el episodio bélico se saldó con unas pérdidas totales por parte del bando británico de sólo 25 muertos, 35 heridos y 26 hombres apresados, mientras que las bajas rebeldes ascendieron a un total de 474 entre muertos, heridos, apresados y desaparecidos, junto con la pérdida de la totalidad de la flota.
Consecuencias
En septiembre de 1779 una comisión de investigación culpó del fracaso estadounidense a una mala coordinación entre las fuerzas navales y terrestres. El general Solomon Lowell fue exonerado de los cargos mientras que el comodoro Saltonstall, declarado culpable de no enfrentarse a las fuerzas navales británicas, fue expulsado de la Marina Continental. El coronel Paul Revere fue acusado de desobediencia y cobardía, dando lugar a su despido de la milicia, aunque posteriormente fue absuelto de los cargos. El general Peleg Wadsworth, quién mitigó el daño organizando la retirada, no fue acusado por el tribunal militar.
El fuerte George y la desembocadura del río Penobscot permanecieron en manos británicas hasta el final de la guerra y únicamente fue evacuado bajo los acuerdos de la Paz de París en 1783. Aun así los británicos volvieron a ocuparlo durante la Guerra de 1812. El veterano general escocés Francis McLean murió de enfermedad en Halifax (Nueva Escocia) en 1781.
Personajes históricos
De todos los que protagonizaron este episodio dos hombres serán, con mucho, los más recordados por la Historia aunque por razones diferentes a su contribución en esta batalla.
El Coronel rebelde Paul Revere, pese a ser considerado por sus contemporáneos como incompetente y cobarde, fue convertido un siglo después en héroe patriótico de la revolución americana. El poeta Henry Wadsworth Longfellow publicó en 1860 el poema épico “Paul Revere's Ride" que retrata con muchos errores históricos un hecho anterior al que nos ocupa: la cabalgada nocturna de un grupo de patriotas para avisar del ataque por mar de los británicos en varias poblaciones de Massachusetts, otorgando únicamente el mérito a Paul Revere, sólo uno más entre los que participaron en la acción.
En el otro lado, el joven teniente escocés John Moore al mando de sus highlanders recibió aquí su bautismo de fuego participando en el rechazo de los intentos de desembarco rebeldes. Moore, ya con el empleo de teniente general, murió y fue enterrado en La Coruña en 1809, durante nuestra guerra de Independencia. También fue inmortalizado por un poema, "The Burial of Sir John Moore after Corunna" del irlandés Charles Wolfe. Moore fue un militar brillante recordado entre otras cosas por contribuir a crear la infantería ligera que con éxito utilizaron los británicos en las guerras napoleónicas. Algunos autores conjeturan que el color verde de los regimientos de fusileros de élite británicos, en contraste con las clásicas casacas rojas, fue inspirado por el uniforme de los marines coloniales a los que se enfrentó Moore en los bosques de Majabigaduwce.
Autor: Pablo Cayetano Garrido
Para saber más:
“El fuerte (capturar, matar o destruir)”, Bernard Cornwell, Edhasa, 2012.